Ante el proyecto de globalización que parece ser dominante, se enfrenta un movimiento de carácter regional que tiene como propósito defender la cultura propia, los valores nacionales y la identidad.
Preocupados por esta problemática, en el campo de la arquitectura se han venido realizando una serie de congresos y simposios, a la vez que se escriben libros y se discute ampliamente el tema de la pérdida de la identidad en las aulas universitarias.
Este trabajo abona en ese sentido, reuniendo diferentes propuestas arquitectónicas de diseñadores, quienes representan una amplia gama de identidades que corresponden a diversos sectores que componen nuestro mosaico cultural.
Ante la pérdida de las reglas que imperaron históricamente en el campo del diseño arquitectónico, en el inicio del siglo XXI, los estudiosos del diseño del espacio habitable, nos encontramos desconcertados. Tal parece que las reglas se han perdido.
Los premios internacionales de diseño que se otorgan regularmente, como el famoso Pritzker, los que ofrece la Unión Internacional de Arquitectos, así como los que entregan los diferentes organismos que califican la obra arquitectónica, se entregan a los muy afamados arquitectos internacionales que no se preocupan por justificar el “concepto arquitectónico”, no les interesa el respeto que se supone se le debe tener al “contexto” urbano en el que desarrollan sus obras olvidándose de lo que se llama identidad local.
De acuerdo con esto, la libertad es un ingrediente total que debe tomarse en cuenta el día de hoy.
Este panorama no debe considerarse de ninguna manera como el caos total, ni como (algunos creen) la muerte de la teoría de la arquitectura. A lo mejor es el inicio de una nueva forma de entender a ésta.
Es necesario recordar que las oportunidades van de la mano con las crisis y la aparición de nuevos procesos de producción, tanto en el diseño arquitectónico como en el proceso de edificación seguramente se ofrece nuevas oportunidades para el gremio.
Ahora se trata no solamente de hacer bien el trabajo sino de estar constantemente actualizado en los cambios que se desarrollan en nuestro medio. Todavía existimos algunos arquitectos que vivimos las reglas sagradas del funcionalismo, todos aprendimos a diseñar “cuadrado”, a trazar fachadas de cristal y a depender de la regla de oro del “más es menos”.
Afortunadamente eso ya se murió, y hoy las nuevas generaciones de arquitectos se encuentran libres de esos dogmas que tanto daño hicieron a la creatividad arquitectónica. En términos políticos se podrían comparar estos hechos, como la caída de una dictadura y el inicio de un nuevo día.
Hoy no existen aquellas reglas y cada quien puede proponer soluciones personales, cada arquitecto puede ofrecer alternativas a un proyecto, cada diseñador tiene la obligación de ofrecer nuevas soluciones al diseño del espacio habitable.
Con base en estas ideas se decidió formar una exposición de arquitectura contemporánea para llevarla a recorrer diversos países; para lo cual se procedió a invitar a un grupo de talentosos arquitectos que se caracterizan por producir diseños diferentes de acuerdo a las necesidades del usuario. Esto es, porque algunos trabajan para la industria, otros para el Estado, unos más para el gran capital, unos para los dueños del comercio y muchos más para una exigente clase media que trata de imitar las modas y diseños extranjeros, e intenta mimetizarse con los miembros de la alta burguesía.
Para guardar un cierto orden, la obra de esta veintena de arquitectos está dividida en capítulos a los que se arbitrariamente se les nombró: “Mágica”, “Regional”, “Lúdica”, “Vanguardista” y “Patrimonial”. Con ello no se pretende proponer la creación de nuevos “estilos”, simplemente es una forma de ordenar estos proyectos en grupos que cuenten con algo en común.
Se trató de presentar una exposición un poco ortodoxa, que ofrezca a quien la vea una visión fresca de la arquitectura que siendo tan diversa pueda considerarse como un intento de diseño arquitectónico con “Identidad en la Diversidad”. Al igual que todavía existe una identidad como género humano, otra como ciudadano de un país y otra como nativo de una región, así mismo, debe de haber una identidad arquitectónica para un país, para una región y para cada grupo de habitantes que va a usufructuar el espacio diseñado. Sin que por fuerza las soluciones tengan que compartir modelos arquitectónicos.
Es por esto que fue imposible encasillar a los expositores en uno de estos capítulos, pues casi todos han producido edificios industriales que podrían llamarse posmodernistas, hoteles de influencia musulmana, residencias con clara influencia precolombina y otros basados en las raíces hispanas. Por lo que se colocaron según su línea dominante.